ORGULLO
Actualizado: 14 nov 2019
No había otra cosa en torno a la cual giraran sus vidas.
Cualquiera hubiera dicho
que habían nacido para odiarse, mientras que la realidad
imponía todo lo contrario.
Ella fingía cruelmente
que él no existía,
mientras que éste trataba
de olvidar aquellos días.
Ella, como si de una fortaleza se tratase,
le cerraba el paso a su corazón;
resistía, e incluso a veces devolvía
los incesantes ataques
llevados a cabo por el ejército de desplantes
de aquel a quien, en una época no muy lejana,
le había susurrado al oído, “te amo”.
Él, resistía como un jabato
los embistes del recuerdo de un amor aun no olvidado,
de un amor aún profundamente instalado
en ese insondable lugar recóndito de su ser,
pero la decisión de distanciarse
para evitar un posible perjuicio
hacía que mostrase arrogantes gestos altivos
a ese amor añorado.
Y así, por orgullo equivocado,
ambos vagan por el mundo
como dos almas en pena que se buscan
y se anhelan en silencio,
que se callan y se tragan sus "te quiero",
que se olvidan de vivir por simple miedo.
2015 © Dory Lansorena
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